Escuela Púbica

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Defiéndela

miércoles, 7 de julio de 2010

La fuerza de la vida



Hay gente capaz

Hay gente capaz de tirar un gato pequeño al río Genil para que se ahogue.
Hay gatos capaces de luchar por su vida tanto como para alcanzar una isla del río y sobrevivir.
Hay ciudadanos observadores y sensibles como para alimentarlo durante meses.
Hay personas capaces de pedir ayuda a las autoridades.
Hay autoridades capaces de ignorar las peticiones.
Hay operarios capaces de subir accidentalmente las represas del río a la altura del puente romano para que se inunde la isla.
Hay un gato capaz de nadar durante más de un día en el río y volver a sobrevivir.
Hay unos inmigrantes norteafricanos capaces de jugarse la vida descolgándose por las paredes del río para salvar a un gato medio ahogado.
Hay gente capaz de escuchar y escribir.
Hay gente capaz de cambiar.
Hay gente capaz de actuar.
Hay buena gente.

domingo, 13 de junio de 2010

¿Quién paga los platos rotos?


OTRA POLÍTICA ECONÓMICA ES POSIBLE

Seguramente ya no somos muchos los que recordamos que todo empezó cuando ejecutivos sin escrúpulos cocinaron , empaquetaron y vendieron productos financieros de ínfima calidad, no sin antes ponerles nombres rimbombantes y enmascaradores de la naturaleza intoxicadora de dichos productos. Cuando la burbuja inmobiliaria se desinfló, el engaño no se pudo sostener más y muchos bancos y otras compañías se encontraron con un gran cantidad de activos contaminados que no valían nada. Y lo que es peor, se produjo una crisis de confianza en el sistema financiero que ocasionó una contracción del crédito. Los bancos dejaron de prestar dinero y las empresas al no disponer de la financiación necesaria para su funcionamiento comenzaron a despedir trabajadores.
Los gobiernos ante la magnitud del desplome bancario y financiero anunciaron ayudas de miles de millones de euros a bancos, financieras y compañías de seguros.
Medidas que fueron muy bien acogidas por el llamado mercado, las cúpulas financieras internacionales. O sea, los encargados de mover sumas inmensas por el planeta con el único fin de conseguir el mayor beneficio posible.
Al ralentizarse la actividad económica por el estrangulamiento del crédito, los estados disminuyeron sus ingresos. Además debían pagar más prestaciones por desempleo. Los déficits aumentaron como consecuencia del desequilibrio entre ingresos y gastos.
En el caso español, el gobierno había aprobado leyes que aumentaban los gastos sociales (ej: ley de dependencia) y había tomado también decisiones de corte populista (ej: devolución de 400€ ), junto con otras medidas erróneas que afectaban a los ingresos como la eliminación del impuesto del patrimonio.
Por otra parte, el estallido de la burbuja inmobiliaria ha puesto en evidencia el excesivo peso que tenía en nuestra economía de la construcción. Los parados de este sector han venido a engrosar las cifras del paro y recordarnos que es un problema crónico de nuestro país sin solucionar.
Ante esta situación de crisis hay dos actuaciones clásicas: un gobierno de derecha acudiría a recortar gastos podando servicios sociales y reduciendo estructuras e inversiones estatales. En definitiva, recorta gastos fundamentalmente.
Un gobierno de izquierda fomenta el gasto en obra pública para que haya trabajo, circule el dinero, se reactive la economía y se recorte el déficit al aumentar los ingresos con el aumento del consumo. Igualmente, mantiene las prestaciones sociales, pues los que más sufren las crisis son los que menos tienen. Como es lógico, todo esto origina un déficit que en principio se cubre con deuda pública.
Así comenzó a actuar el gobierno español.
Curiosamente, cuando el estado acudió (como los de gran parte del mundo) en ayuda del sector bancario (causante primero de esta crisis) con miles de millones de euros, los llamados mercados aplaudieron ese desembolso de dinero púbico, sin embargo, una vez salvados los bancos, comenzaron a mostrar una preocupación por el déficit que ni siquiera habían mencionado antes. Organismos como el FMI, conocidos periódicos de economía anglosajones y las famosas agencias de calificación son los profetas de este nuevo apocalipsis. Profetas que sólo saben predecir el pasado y que, como las agencias de calificación, otorgaron valores de máxima de solvencia a productos financieros que, como luego se demostró, eran basura enlatada. Agencias anglosajonas que venden sus triples A a quien las contrata y que se ceban en países de tamaño medio-pequeño, preferentemente latinos o mediterráneos (pues es bien conocido que somos un desastre) a sabiendas de que sus predicciones catastrofistas o revisiones de solvencia provocarán una subida del precio de la deuda de esos países o una caída de los mercados. Desplome que hará posible que sus clientes (o los fondos de inversión de sus clientes), en definitiva los mercados, obtengan aún más beneficio (por ej: comprando la deuda de esos países, pero recibiendo un interés más alto o vendiendo acciones y recomprándolas de nuevo después del desplome).
¿Por qué se nos califica de PIGS (cerdos) cuando el Reino Unido tiene más déficit y deuda que España y EEUU vive a costa del mundo y endeudado con China?
La respuesta es fácil, porque los ataques especulativos tienen su origen en esos países y siempre es más fácil desestabilizar mercados y economías más pequeñas.

Ante esto el gobierno español no sólo no ha tenido la suficiente pedagogía para explicar y defender su política económica, sino que se ha plegado a aplicar la política de la derecha financiera. El primer paso ha sido imponer recortes a quién no tiene la culpa de nada: pensionistas, funcionarios púbicos y pobres mundiales.
Para corregir el desequilibrio de cuentas existen otras medidas, que pasan fundamentalmente por incrementar los ingresos, sin renunciar por supuesto a la reducción de gastos.
La administración debe ser austera no sólo cuando la economía va mal, debe serlo siempre. Tanto en lo que respecta a gastos de personal (sueldos y dietas de políticos, asesores…) como de funcionamiento (eliminando por ejemplo los lujos en los despachos, coches oficiales innecesarios, etc.). Debe ser austera y mostrarlo para poder exigir lo mismo a los ciudadanos en tiempos de crisis. Justo lo contrario de lo que ocurre ahora.
Algunas medidas para aumentar los ingresos habrá que tomarlas de acuerdo con otros países, pero otras las podemos comenzar a aplicar en nuestro país ya:

-Eliminación de los paraísos fiscales.
-Tasa a las inversiones especulativas o a muy corto plazo.
-Impuesto especial a los beneficios de la banca, multinacionales y grandes empresas.
-Reestablecimiento del impuesto del patrimonio.
-Campaña pedagógica sobre la necesidad y la utilidad de pagar impuestos si queremos servicios púbicos de calidad.
-Creación de una banca púbica y ética.
-Lucha contra el fraude fiscal aumentando los años que pueden ser inspeccionados y el número de inspectores. No puede ser que los empresarios declaren ganar menos de media que los empleados.
-Impuesto a los beneficios a las empresas energéticas por el uso de elementos púbicos (ríos, viento…), que nada les cuestan, para la producción de electricidad.
La reactivación de la economía aportará ingresos adicionales, pero es necesario para ello:
-Medidas de apoyo a la economía productiva y a los emprendedores.
-Aumento de los incentivos a I+D.
-Reducción de dependencia energética. Apoyo a la producción de energías renovables (facilitando incluso la producción doméstica en los tejados de las casas).
-Fomento del turismo de calidad y cultural.
…………………………

Lo que está claro es que los platos rotos deben comenzar a pagarlos aquellos que los rompieron. No podemos permitir que además de no hacerlo, nos impongan soluciones que traerán muchos años de sufrimiento para millones de españoles y ciudadanos del mundo.
Otra política es posible: la política del sentido (y bien) común ciudadano, no la del beneficio a toda costa para unos pocos.

(Si estás de acuerdo con las tesis de este artículo y quieres que añada tus propuestas a este listado, envíalas a: defensadelopubico@gmail.com )

martes, 16 de febrero de 2010

Pon verde tu autovía


PON VERDE TU AUTOVÍA


En las últimas décadas una telaraña de autovías y autopistas se ha extendido por nuestra piel de toro. Cuando se abrieron, las recibimos con agrado pues nos permitían ahorrar tiempo en nuestros desplazamientos. Vivimos en una época en la que todos los avances nos prometen facilitarnos más tiempo libre y en la que, curiosamente, decimos a menudo que no tenemos tiempo para nada.
Aunque circulemos muy rápido por esas estupendas vías rápidas no por ello dejamos de observar la carencia de vegetación en sus taludes y entre sus calzadas. Estas deficiencias de cubierta vegetal facilitan la erosión de los márgenes de las calzadas y provocan que éstas tengan que ser reparadas al poco de ser inauguradas.
Esas larguísimas cicatrices de asfalto que cruzan nuestros paisajes nos transmiten una sensación de desolación y continúan la tradición del feísmo de las afueras de las ciudades. Los espacios entre las autovías y junto a ellas vienen a sumarse a esos lugares, abandonados por la estética a su suerte, que nos reciben a las entradas de las ciudades y que tanto nos dicen por anticipado de la preocupación ecológica y estética de sus gobernantes y ciudadanos en general.

Afortunadamente la naturaleza no entiende de política ni competencias y en cuanto puede ocupa esos terrenos olvidados por todos. Sin embargo, este proceso es lento y en nuestras latitudes depende mucho de la bondad del año pluviométrico. Por eso, debemos ayudarla y plantar árboles y arbustos de hoja caduca (que lucirán un espléndido traje otoñal) en todos esos espacios púbicos que son de todos, pero parecen no ser de nadie.
Desde Defensa de lo Púbico, te invitamos a unirte a la campaña “Pon verde tu autovía”.
Crea islas de naturaleza en tu ciudad. Transfórmala. Entre todos podemos.